La marinera norteña es jacarandoza, ferviente, vibrante, de ritmo alegre, presenta mayor libertad en sus figuras coreográficas, tiene una estrecha relación con el tondero, no tanto por su mensaje amoroso ni por su forma, sino por el fondo que es el mismo. Es un baile de pareja suelta, de espacio bajo y picaresco, cuyo adorno principal es el pañuelo. Sin él no hay marinera, así nació y perdura en el tiempo.